Cuando todavía tenía el cabello largo, me podía hacer cada día una trenza. Sin embargo me lo hacía cada tanto... Y ahora, lo tengo corto, y me quiero hacer una trenza cada día que se pasa en mi vida. Así es todo. Así va todo: cuando nos falta algo lo queremos. Cuando lo tenemos, ni siquiera sabemos que está. Qué patético.
Por aquél entonces iba cada día a ver al mar y a caminar contigo cada tres días. Recorríamos casi todo el pueblo y la charla nos recorría a nosotros. Te acuerdas? Yo me acuerdo. Aunque siempre digas que ya no. Pero si.
Añoraba al mar y ahora lo tengo a 20 minutos y no me atrevo a ir de la vergüenza. Y a ti, te lloré a la distancia y ahora te tengo sabe Dios la distancia y no me atrevo en sorprenderte porque sé lo que me diras. Otra vez: qué patético.
En algo hay que ver la luz: mi cabello no lo frena ni el tiempo, volverán aquellas trenzas. Recuerdo al olor del mar cuando el viento me trae esas brisas saladas en esta ciudad de cemento. Y a ti te pienso cuando ya no recuerdo tu cálido beso en mi frente ni a tu abrazo trasnochado.
¿Será que todo tiene su cara y su cruz y estarás preguntándote lo mismo? No lo sabemoS:son los recovecos de la vida.
Son las dudas de ayer y las respuestas de mañana.
¿Será que todo tiene su cara y su cruz y estarás preguntándote lo mismo? No lo sabemoS:son los recovecos de la vida.
Son las dudas de ayer y las respuestas de mañana.



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