Así me hice...


 

Se me quema el arroz, rescato que al menos mi cara no pero si la tuya.

Hago preguntas absurdas para ti pero no para mí.

No me gusta que me hables mal, pero tú eres así y yo, vuelvo a rescatar que no lo soy así (y, Menos mal)...

A veces el arroz no se llega a quemar, a veces ni siquiera se llega a pochar por el mero temor a ver si te gustará. Pero qué le voy a hacer, si mientras los demás caminan yo vuelo por los subterráneos...

Mientras los demás están en tensión y en modo agresión, yo, vete a saber, soy la más feliz en ese mismo instante y en ese mismo plano.

Cuando se trata de seriedad, se me escapa la mayor carcajada de mi vida. Y cuando hay que estar lo más alegres posibles, me pongo más triste porque me cuestiono la de veces que la humanidad podría ser alegre sin esfuerzo alguno, sin cambio a nada... Serlo nada más. Que la vida no son ni cuatro días. Son suspiros de todo tipo.


Así pues, no me rallo la cabeza si el  arroz me sale bien o mal. O si, pero la perfección en mí no existe porque no la busco. No me caso con nadie, mi libertad es libre, como la de quien te está mirando ahora, como la tuya o la de cualquier ser vivo. 

Así pues,

Seguiré comiendo arroz duro, pan crudo, bizcocho achacado por tus energías, sopa sin sabor y aguacate sin sal.

Herczeg Yael

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