Sobre ella

"Cuando sonrío me parezco a ti Judith, y cuándo me enfado dicen que también. Cómo cuando me rompo las manos con algunas delicias húngaras. Eso dicen. 

Pero sabes, orgullosa de que seas mi abuela. Me acuerdo cuando comíamos tu comida y con mi hermana decíamos al unísono: "Juj, nagyon finom DADI...!". 

También me acuerdo cuando te comía a besos y eso a ti ya no te gustaba para nada o cuando te pregunté: " Dadi, ALGUNA vez tuviste 8 años?", Eso a mis 8 añitos de edad. Ahí fue cuando más te reiste conmigo. 

Cuando me levantaba a las 6 de la mañana porque escuchaba a la cuchara desde la cocina, y eras tú, que impaciente dormías para bajar con tu rico café a visitar a la vecina Klári néni. Ún café amargo por la política pero dulce por los 2 dados de azúcar que le echabas. Yo, solamente sonreía porque sinceramente no entendía nada. 

Cómo ahora, cuando cada vez entiendo menos de ésta vida, sonrío. Y te hago caso: cada vez que me veo en un espejo, sonrío. Cómo cuando me saco los 4 pelos que me salen en la barbilla o los 8 de mis cejas. Cómo tú. 


Al teatro, a ese que tanto íbamos para acompañarte al trabajo y a charlar con los actores, lo pisé una sola vez. 

Pero sabes, ni el pasillo ese tan largo ni las guardarropas volvieron a ser lo mismo a cuando estabas tú allá, siempre tan sonriente. 

Por eso te sueño a menudo, te busco cuando se me da por cocinar, cuando voy a ver a tu hija y la cuido. Y aunque no me entiendas cuando te escribo en castellano, sé que me hago entender porque hasta en eso me parezco a ti: cuando hablabas con mi abuela María y reiáis en castellano y en húngaro, cual fronteras no existieran, solo montañas por nombrar. 

Hoy, gracias Judith: 

NAGYON SZERETLEK CSILLAGOM".

MIRY